¿Cómo podemos saber cuán feliz es determinada sociedad? ¿cuáles son los indicadores que mejor miden el grado de felicidad y bienestar de un país? Los seres humanos llevamos décadas tratando de medir la felicidad a gran escala de la manera más objetiva posible usando algunos indicadores, como niveles de ingreso o la tasa de desempleo, la esperanza de vida..
Pero la idea de usar indicadores objetivos para medir la felicidad de un país parece en sí misma contradictoria…¿la felicidad no tenía más que ver con la percepcion subjetiva que uno tiene de las cosas que ocurren?
Al final va a ser verdad eso que tanto oímos de que la felicidad no se encuentra en las cosas de fuera sino en uno mismo. Observe su entorno y verá que conoce a más de una persona que aparentemente “lo tiene todo para se feliz” (dinero, salud, amor, éxito, reconocimiento…) y sin embargo no lo es. Esto ocurre porque la felicidad no tiene tanto que ver con las circunstancias ni con que las cosas que suceden a nuestro alrededor sean objetivamente buenas o malas sino con cómo las personas percibimos y nos relacionamos con esas cosas que suceden.
Por eso el mundo es cada vez más rico y, sin embargo, las personas no se reconocen a sí mismas como cada vez más felices. O somos muy malos en transformar la riqueza material en bienestar subjetivo o lo que ocurre es que estamos observando las variables equivocadas para medir la felicidad. Las dos opciones podrían ser válidas, pero hoy nos vamos a centrar en la segunda.
Las viejas métricas de la felicidad
Lo viejos indicadores de esa supuesta “felicidad”, ofrecían efectivamente un importante conocimiento sobre las circunstancias de la vida de las personas ( ingresos, salud, estado civil…) pero no eran capaces de decirnos qué siente una persona por estar en el paro, cómo se siente una persona cuando está sobrecargada de trabajo, cuando le diagnstican una enfermedad crónica, cuando termina la carrera o cuando acaba de divorciarse.
Los viejos indicadores nos ayudan a conocer cómo son las circunstancias de una persona o de un grupo de personas; sirven para generalizar y sacar algunas conclusiones, para hacer predicciones y para que gobiernos, organizaciones y empresas, tomen algunas decisiones estratégicas basándose en esos datos objetivos.
Pero ¿qué pasa cuando esas decisiones estratégicas de gobiernos, organizaciones o empresas no tiene que ver con intereses comerciales? ¿Que ocurre cuando lo que buscan es contribuir con sus actividades a impactar en el bienestar y felicidad de las personas en particular y de la humanidad en general?
Lo que ocurre es que esos viejos indicadores que no correlacionan con el bienestar subjetivo, no funcionan para estos nuevos retos a los que cada año se suman más y más agentes en todo el mundo: instituciones, organizaciones o empresas que están comprometidos con hacer de este mundo un lugar mejor, que quieren invertir en mejorar la calidad de vida de las personas no en términos económicos del pardigma de los viejos indicadores de una supuesta “felicidad objetiva” sino en términos de bienestar subjetivo.
Porque son muchos los que se han dado cuenta del impacto desestabilizador que tiene para la humanidad un mundo lleno de personas infelices, que sienten que sus vidas no tienen sentido.
¿Qué indicadores podrían usar estas empresas o instituciones comprometidas con generar felicidad a las personas y por tanto al mundo?
Esa es una de las preguntas que se hicieron hace años los investigadores del Happiness research institute cuando empezaron a investigar sobre los indicadores de felicidad subjetivos.
Su objetivo era precisamente crear una herramienta para poder medir a medio y largo plazo el rendimiento de la inversión en felicidad de una empresa, organización o institución y así ayudarles a elegir donde invertir sus recursos para mejorar la calidad de vida de las personas… no en términos del viejo paradigma de riqueza económica sino en el nuevo, el de la felicidad como un estado de bienestar subjetivo que contribuye al bien de toda la humanidad.
El objetivo fue crear una herramienta que permitiera a los inversores elegir qué proyectos concretos abordar para contribuir a que el mundo avance más rápido hacia una mayor felicidad colectiva, ¡no hacia una mayor riqueza económica! Eso ya se puede estudiar en cualquier escuela de negocios.
“Si pudiéramos elegir entre innovaciones revolucionarias que cambiaran el mundo significativamente para mejor ¿cuáles elegiríamos? ¿Sería mejor desarrollar una cura para el Alzheimer o el cáncer de próstata? ¿sería mejor reducir la soledad de las personas, la diabetes o la contaminación del aire a la mitad? ¿cómo podemos producir
El mayor retorno de la inversión en felicidad para la humanidad?”
Y lo que hace unos años parecía una misión no imposible pero difícil acaba de dar sus frutos en forma de un nuevo indicador estandarizado de impacto social que es acapaz de medir el bienestar subjetivo. Circunscrito en las ciencias económicas y a la psicología de la felicidad humana el modelo que acaba de presentar el instituto está diseñado para proporcionar una herramienta que facilite la toma de decisiones a las empresas que quieran invertir en mejorar el bienestar de las personas y cuyas decisiones tengan impacto positivo directo en la humanidad.
La nueva métrica de la felicidad se ha construído después de llevar a cabo diferentes estudios en diferentes ámbitos relacionados con el bienestar en 28 paises europeos. Uno de esos ámbitos es el de la salud, dado que la enfermedad es en muchos países desarrollados la princial causa de sufrimiento humano. El informe explica por ejemplo que la sintomatología mental y social de una enfermedad causa más sufrimiento en las personas que los síntomas físicos. De modo que quizás invertir en medicación pueda traer a una empresa del sector sanitario mayores beneficios económicos, pero ¿qué impacto tiene eso en el bienestar del paciente? Es posible que se estén dejando de lado otras actuaciones que podrían tener un mayor impacto en el bienestar de los pacientes y por tanto en su felicidad.
Este es solo un ejemplo de para que sirve este nuevo termómetro de la felicidad y porqué puede ser una herramienta muy útil para que las empresas que se han marcado este reto de contribuir a un mundo más feliz favorezcan el cambio de paradigma que también desde WHF impulsamos.