La voluntad y el cambio personal son la base de nuestra libertad individual, y si queremos conseguirla, tenemos que romper radicalmente con los patrones impuestos y la programación a la que hemos sido sometidos durante nuestra crianza.
El libre albedrío en nuestro propósito
Durante siglos, el viejo enigma de si tenemos libre albedrío ha sido un tema controvertido para multitud de filósofos, estudiosos y psicólogos. Por lo general, había una creencia casi unánime de que no sólo existe el libre albedrío, sino que si lo perdiéramos, la humanidad estaría condenada. Sin embargo, en el siglo XX se desarrolló una forma de pensar opuesta, respaldada por una serie de científicos y divulgadores científicos que afirmaban que el libre albedrío es una ilusión y que la elección es sólo un truco del cerebro.
Un pionero de esta corriente de pensamiento fue el psicólogo estadounidense Benjamin Libet, que demostró en la década de 1980 que los seres humanos no tienen libre albedrío. Libet realizó experimentos, basados en el conocimiento de que la actividad eléctrica se acumula en el cerebro de una persona antes de mover cualquier parte de su cuerpo, que demostraron que esta acumulación eléctrica se produce antes de que la persona decida conscientemente moverse. La decisión consciente de actuar, que los humanos asocian con el libre albedrío, es entonces, según Libet, sólo un añadido, algo que ocurre después de que el cerebro ya haya puesto en marcha el acto.
Esta y otras teorías supusieron la muerte del libre albedrío, al menos durante las siguientes dos décadas. A día de hoy, muchos creen firmemente que las acciones humanas no son el resultado de elecciones conscientes, sino que están causadas por procesos físicos incontrolables en el cerebro y el cuerpo. Según los escépticos, nuestros cuerpos no son más que intrincadas máquinas físicas, predeterminadas por las leyes de la naturaleza y las condiciones físicas previas. Sin embargo, desde hace poco tiempo, este famoso argumento contra el libre albedrío ha sido desmentido una vez más.
Pero antes de especular si tenemos o no tenemos libre albedrío, debemos entender qué entendemos por ello. ¿Somos libres? ¿Sabemos lo que es la libertad o, al menos, lo que significa para nosotros, individualmente?
Libertad
Los conceptos de libertad y libre albedrío son difíciles de definir, pero son vitales para la vida individual y social. Según la concepción general, hay dos tipos de libertad, y cualquiera de ellos puede ser positivo o negativo.
La Libertad Externa Positiva se define como el hecho de disponer de los medios externos para alcanzar nuestros objetivos y satisfacer nuestros deseos. Por otro lado, la Libertad Externa Negativa es la ausencia de limitaciones, presiones o restricciones externas que nos impiden hacer lo que queremos. Básicamente, o bien tienes la libertad de ir a por tus sueños, con el apoyo de las leyes de tu país y de la sociedad en la que vives, o bien tienes grilletes, figurados o literales, y no puedes hacer lo que te plazca.
La Libertad Interna Positiva consiste en una variedad de factores internos que intervienen en la capacidad de las personas para cumplir sus objetivos, ser autosuficientes y ser dueños de sus propias vidas y destinos. Es la libertad de saber quiénes somos, de pensar y tomar decisiones informadas. Es nuestra conciencia y nuestra moral, nuestros motivos, nuestras emociones, nuestros propósitos y la capacidad de tomar nuestras propias decisiones. Aquí es donde el libre albedrío también entra en juego y nos ayuda a encontrar el propósito de nuestra vida. Como explica Ammar Charani en su libro Purposehood, “es la libertad para trascender todas las limitaciones y reclamar tu destino, felicidad, éxito y realización”.
La Libertad Interna Negativa es la falta de restricciones internas psicológicas o fisiológicas que impiden el buen funcionamiento del individuo – es la imposibilidad de conocer, sentir, valorar, discernir lo correcto de lo incorrecto, tener autocontrol y tomar decisiones por nosotros mismos. Condiciones como las psicosis, las compulsiones, las neurosis, las adicciones o las discapacidades físicas socavan la libertad interna negativa.
Libre albedrío
Todo el mundo quiere ejercer el libre albedrío y ser libre. Es esencial para el valor y la dignidad del ser humano. Pero el concepto de libre albedrío se suele relacionar con conceptos como deber, obligación o responsabilidad. Sin embargo, en sus sorprendentes conversaciones con el eminente científico estadounidense David Bohm, el filósofo Jiddy Krishnamurti sólo describe, acepta y promulga la libertad total. Esta libertad no está ligada a ninguna creencia, religión o dogma. Para él, la voluntad y el cambio personal son la base de nuestra libertad individual, y si queremos alcanzarla, tenemos que romper radicalmente con los patrones impuestos y la programación a la que hemos sido sometidos durante nuestra crianza.
La libertad equivale a la felicidad
Según un estudio realizado por la revista Applied Research in Quality of Life, existe un vínculo innegable entre la felicidad y la libertad. Como ya se ha dicho, deben existir algunos límites a nuestras libertades, ya sean externos o internos. Debemos detenernos en el semáforo en rojo o entrar sin invitación en las casas de otras personas.
Pero la libertad de actuar según nuestros deseos positivos que impulsan nuestras vidas hacia una dirección beneficiosa y con propósito es la esencia de la verdadera felicidad. La gente suele confundir su vida con las cosas que aparentemente la componen, y no es así. Tu vida no es tu coche o tu nuevo aparato. Tu vida -lo que realmente eres- es tu conciencia y tu conocimiento puro.
Thich Nhat Hanh dijo una vez: “Dejar ir nos da libertad, y la libertad es la única condición para la felicidad”. Si, en nuestro corazón, seguimos aferrados a algo -la ira, la ansiedad o las posesiones- no podemos ser libres”. La presencia, el amor o la conciencia es lo primordial. Todo lo que experimentamos, sentimos, tocamos, saboreamos y escuchamos proviene de ella. Por eso la felicidad es tan esquiva para la mayoría de la gente, porque se nos enseña a buscarla fuera de nosotros. El camino hacia la felicidad no está ahí fuera, está dentro. Todo el crecimiento personal, el éxito, la alegría y el cambio provienen del interior.
Durante sus conversaciones, Bohm y Krishnamurti hablaban de la forma en que evoluciona la humanidad, y de cómo, aunque hay una evolución física evidente y constante, no existe la evolución psicológica. El cambio debe producirse AHORA, y las personas deben actuar sobre sus libertades positivas internas y externas para crear un mundo más justo. De lo contrario, el cambio se pospondrá eternamente debido a la ilusión de la existencia de la evolución psicológica, un tiempo psicológico. Según Jiddy, si no hay tiempo, entonces la humanidad ha estado posponiendo un cambio debido a la ilusión autoimpuesta. En la comprensión de esto radica un cambio real de conciencia.
El cambio es ahora, afirma, y no hay un mañana psicológico, por lo que depende de nuestro libre albedrío que se produzca y permita un cambio en la humanidad. ¿Estamos dispuestos a dar ese paso?
Durante el World Happiness Fest, los líderes del pensamiento se reunirán para centrarse en sentir, comprender y actuar sobre los impulsores para evolucionar y ampliar los individuos y las sociedades que prosperan. Si eres un compañero que busca un nuevo paradigma y quieres contribuir con tus ideas y sueños, nos encantaría contar contigo. Únete a nosotros y forma parte de la comunidad mundial de la felicidad.