La ciencia contemplativa es interdisciplinar y pretende aclarar esos cambios mente/cerebro/cuerpo en los ámbitos cognitivo, conductual, emocional y perceptivo. Se centran en relacionar dichos cambios con la neurobiología y la experiencia en primera persona.
Durante los últimos 2.500 años, las prácticas de mindfulness se han ido desplazando lentamente desde el norte de la India a través de la mayor parte de Asia hasta llegar finalmente a la ciencia y la cultura occidentales a finales del siglo XX. Esto ha marcado un acontecimiento importante en la historia de la humanidad porque, por primera vez en dos milenios y medio, la sabiduría de las tradiciones contemplativas pudo ser globalmente compartida, comprendida y adoptada por los humanos y evaluada por la ciencia. Estas prácticas de mindfulness han dado lugar a un nuevo campo de conocimiento: las ciencias contemplativas, que van más allá de su punto de partida (mindfulness) y se dedican al florecimiento humano.
Mindfulness en la ciencia
Se dice que los fundamentos de las prácticas de mindfulness fueron establecidos por Buda, y hasta el día de hoy, sirven como la guía por excelencia hacia una mayor paz, libertad y felicidad. Hay cuatro etapas de mindfulness:
- Mindfulness del cuerpo y los elementos (mindfulness de la respiración, de nuestros pasos al caminar, de la masticación en la alimentación consciente, mindfulness de nuestros órganos, etc.);
- Mindfulness de los sentimientos (mindfulness de los sentimientos placenteros, dolorosos y neutros);
- Mindfulness de la conciencia (mindfulness del estado de nuestra mente); y
- Mindfulness de los objetos mentales (atención a nuestros pensamientos, ideas y concepciones).
Estos cuatro fundamentos significativos de las prácticas de mindfulness nos muestran cómo podemos empezar con algo tan simple como la atención a la respiración y florecer hacia niveles más profundos de nosotros mismos para cultivar una mayor paz, libertad y felicidad en nuestras vidas. Citando al padrino del mindfulness moderno, el profesor Jon Kabat-Zinn: “El mindfulness es la práctica de llevar a propósito la atención a las experiencias que ocurren en el momento presente sin juzgarlas”, que es una habilidad que se desarrolla a través de la meditación enfocada.
La atención plena y otras tradiciones contemplativas orientales, como la meditación, el yoga, la respiración intensiva y la recitación de mantras, acabaron dando origen al movimiento de las ciencias contemplativas en Occidente. Las prácticas budistas incorporadas a las ciencias contemplativas incluyen diversos métodos para cultivar la quietud meditativa (Samatha) y la visión contemplativa (Vipassana). Estas prácticas de meditación se enseñan tanto en las escuelas budistas Theravada como Mahayana, con algunas pequeñas diferencias de enfoque.
¿Qué son las ciencias contemplativas?
La ciencia contemplativa se plantea como el puente entre el estudio empírico de la ciencia de la conciencia y su análisis subjetivo a través de la contemplación. Este campo de investigación se centra en los cambios que se producen en la mente y el cuerpo humano como resultado de las prácticas contemplativas, como el yoga, la meditación basada en la atención plena o el tai chi. La ciencia de la contemplación es interdisciplinaria y tiene como objetivo esclarecer estos cambios de la mente/cerebro/cuerpo en los ámbitos cognitivo, conductual, emocional y perceptivo. Se centran en relacionar dichos cambios con la neurobiología y la experiencia en primera persona.
El término contemplación procede del latín “contemplatio” y del griego “theoria”. El término también aparece a menudo en la Biblia junto con la palabra “meditación”. Sin embargo, también aparece en otras tradiciones y religiones basadas en la sabiduría. En la época clásica, la contemplación y la meditación se consideraban una técnica general de focalización de la atención para profundizar en los estados de tranquilidad, concentración y perspicacia.
Las ciencias contemplativas también incluyen una investigación de los principios fundamentales de nuestro bienestar, como el sentido y el propósito, las formas de conocer y experimentar el mundo, los tipos de motivación altruistas, la bondad, el amor, la gratitud, la compasión, el perdón y la comprensión filosófica de nosotros mismos, la sabiduría y la naturaleza del sufrimiento. Además, las ciencias contemplativas también pueden implicar la investigación de la justicia social, el conflicto y la paz para la humanidad.
Prácticas contemplativas y sus beneficios
La práctica contemplativa se refiere a un tipo específico de observación en el que existe una devoción total por revelar, aclarar y manifestar la naturaleza de la realidad. La contemplación también se refiere a un estilo reflexivo de conocimiento que puede permitirnos emprender acciones significativas, sirviéndonos a nosotros mismos y a los demás en la sociedad.
En los últimos años, numerosos estudios han demostrado que las técnicas de meditación de atención plena se asocian con la reducción del estrés, el fortalecimiento de la función inmunológica, la disminución de la depresión y la ansiedad, y la reducción de los estados de dolor crónico en los pacientes. Teniendo en cuenta los evidentes beneficios psicológicos y fisiológicos de las técnicas meditativas para aliviar la ansiedad, el estrés y la depresión, parece bastante claro que los enfoques orientales y occidentales se han integrado con éxito.
Los nuevos avances en la ciencia contemplativa y sus prácticas nos han permitido revelar formas de cuidar de nosotros mismos y de los demás que promueven la paz, la felicidad, la salud y el bienestar de los individuos y las comunidades. Al estudiar diversas prácticas contemplativas basadas en la evidencia, ahora podemos identificar por qué, cómo y cuándo ciertas prácticas pueden beneficiar nuestra salud, concentración, bienestar, aprendizaje, autocompasión, empatía, emociones positivas, acción compasiva, comunicación y prevención del agotamiento.
En pocas palabras, las prácticas contemplativas entrenan habilidades al poner cierto grado de restricción o imponer cierta disciplina a un hábito mental o físico típicamente no regulado. Su característica principal es que requiere que las personas ejerzan un control voluntario para centrarse en objetos específicos (por ejemplo, su respiración) o en contenidos mentales (como su sufrimiento o el alivio de éste). Estas prácticas de atención plena permiten desarrollar la capacidad de concentración, comprender y gestionar eficazmente las emociones y el estrés, adquirir conocimientos sobre uno mismo y cultivar una actitud prosocial.
La no-dualidad y las ciencias contemplativas
Cultivar un cambio perceptivo que se aleje de la autoidentificación predominante del ego para llegar a la autorrealización y la conciencia no dual es un objetivo de muchas filosofías y prácticas meditativas, incluidas las prácticas contemplativas. Los métodos de realización no dual son numerosos e incluyen procesos cognitivos de desidentificación, la contemplación de la antigua pregunta “¿quién soy yo?”, permanecer en la conciencia sin ningún objeto de enfoque, aislar la conciencia no dual a través de la atención focalizada o el uso de mantras. Aunque la atención plena por sí misma no es una conciencia no-dual, puede ser uno de los caminos utilizados para acercarse a ella.
A través de este método de realización no-dual, la persona pierde cualquier sentido de separación del mundo y experimenta el mundo como el yo. Tal estado de conciencia se caracteriza típicamente por un gran sentimiento de amor hacia los demás y una sensación de libertad de pensamientos y sentimientos. Como explica el doctor Javier García Campayo en su libro “Vacuidad y no dualidad”, conocerse a sí mismo a través de la realización no-dual nos permite desprendernos de la identidad menos auténtica, impulsada por el ego. Es un objetivo por el que merece la pena luchar.
Las ciencias contemplativas y la paz fundamental
Mientras que la neurociencia y la psicología han arrojado su luz sobre los procesos cognitivos que nos permiten sobrevivir y prosperar, la ciencia contemplativa proporciona una perspectiva innovadora para ampliar la capacidad humana de conseguir un bienestar genuino. También crea un vínculo entre el mundo material y el reino subconsciente que supera la comprensión tradicional del ser basada en la ciencia.
Sin entrenar la mente y el corazón, las personas son incapaces de estar en paz consigo mismas. Por lo tanto, son incapaces de crear un mundo pacífico para ellos mismos y para los demás. El cultivo del amor, la tranquilidad, la compasión y la armonía es vital para resolver los conflictos y problemas a los que se enfrenta la humanidad hoy en día. La paz real, la tranquilidad, la capacidad de atención y la concentración son herramientas cruciales para quienes desean la autoexploración y la autocomprensión. Si el propósito de nuestras vidas es “conocerse a sí mismo”, no hay mejor manera de hacerlo que a través de las prácticas contemplativas.
¿Por qué? Porque las prácticas contemplativas son una solución al sufrimiento causado por el descuido de nuestra vida interior. Sólo incorporando e integrando las prácticas contemplativas podemos alcanzar la paz personal fundamental y empezar a sanar el mundo. Al combinar estas prácticas, podemos aprender a manejar mejor los altibajos de la vida y cultivar valores éticos y emociones positivas como el amor, la paz, la compasión y la ecuanimidad. Además, estas prácticas pueden ayudar a las personas en sus actividades intelectuales al refinar su atención, desarrollar un enfoque duradero y darles herramientas para manejar las dificultades de la vida. Así pues, las ciencias contemplativas y sus prácticas pueden considerarse la salida del sufrimiento para las personas y el mundo entero.
Los estudios han demostrado que cuando las personas aprenden a meditar o cualquier otra práctica contemplativa, saben que es posible detener los patrones emocionales y conceptuales repetitivos y sintonizar con el verdadero potencial de la mente. Pueden experimentar la liberación de la depresión, la ansiedad, el pensamiento rígido de juicio, etc. Pueden alcanzar una sensación de empoderamiento en la meditación cuando se dan cuenta de que no tienen que ser víctimas de las negatividades repetitivas de la mente. Pueden ser testigos de cómo esta confianza mejora poco a poco todas las áreas de su vida.
Aunque la meditación se percibe a veces como el impulso modernista para el autodescubrimiento y la transformación, lo que los científicos contemplativos esperan que una persona descubra es la inexistencia de un yo unificado. Sin embargo, supongamos que la meditación o cualquier otra práctica meditativa se toma como una herramienta de superación personal. En ese caso, puede fortalecer el ego y la noción del yo en lugar de conducir al no-yo. Por lo tanto, la forma correcta de llevar a cabo estas prácticas no es perseguir la superación personal, sino la compasión hacia todos. De lo contrario, las prácticas contemplativas emprendidas para la superación personal fomentarán inevitablemente la identidad propia.
El objetivo de la atención plena, la meditación y las prácticas contemplativas no es desvincular nuestra mente del mundo fenomenológico, sino permitir que la mente esté plenamente presente en el mundo y cultivar la compasión, el amor y la paz en nuestra interacción con el mundo. Tenemos que estar plenamente presentes en nuestras acciones para que nuestro comportamiento pueda volverse progresivamente más sensible y consciente no sólo de nuestras percepciones, sino de la totalidad a través de una visión compasiva de la situación de los demás. La verdad es que podemos cambiar el mundo a mejor, pero para cambiar el mundo, tenemos que empezar por nosotros mismos. Un objetivo que merece la pena, sin duda.
Con la nueva Cátedra de Ciencias Contemplativas de la Fundación Mundial de la Felicidad en la Universidad de Zaragoza, en España, estamos creando uno de los centros más avanzados para ir más allá del conocimiento y la práctica actuales.